Ese viaje significaría más de lo que ellos 3 imaginarían. Ese viaje se volvía más personal que el festejo del término de algo.

El chico más alto necesitaba dejar de extrañar. Necesitaba soltar las manías de quedarse colago buscando rastros de lo que ya no existe. Necesitaba poner tierra entre él y su secreto de extrañar lo que ya no le pertenecía, mirarse en el espejo y que le gustara el reflejo, encontrar el camino de posibilidades que se supone se abría ante él y el término de. El viaje le demostró que debía saberse fuerte y sobretodo que no estaba solo.

En cambio la chica más blanca y más delgada, debía sentirse sola. Le urgía ver desde la distancia lo que desde cerca no se alcanza a percibir. Debía sentirse sola y tomar una de esas decisiones que duelen mucho, aceptar que lo que más quería no podía estar con ella. Saberse capaz de seguir sin máscaras. Y el viaje le mostró su rostro en los ojos de alguien más, los nervios y mariposas estomacales. Saberse fuerte y sorprendida, saberse sola pero no caída.

Y la chica que no habla bien el inglés, debía asimilar sus decisiones, tragar de un sólo sorbo el cambio que vendría. Mantenerse firme ante su convicción y basar su popularidad en algo más que el punk. El viaje le enseñaría si ser anónima le gustaría. Y le enseñó a ser ajena y parte de. La sacudió y le hizo más preguntas que darle respuestas. Preguntas que debía hacerse y no había logrado descubrirlas.

El viaje significó más que el simple festejo de graduación. Encontrar todas esas cosas que simplemente te habías negado a hallar.
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