Teresa mueve su cuello, escucha como truena, lleva horas en la misma silla de trabajo y la luz de la pantalla le ilumina el rostro.  El café ya está frío pero lo sigue tomando, tiene un deadline que ya no puede postergar, procastinó toda la semana y el trabajo se acumuló.  Teclea unas cuantas frases, lee, corrige, da formato, la luz de la pantalla ilumina su cansancio, vuelve a mover su cuello, lo estira para ambos lados y lo soba; cierra los ojos y su mano baja por el cuello y se detiene en su pecho, suspira y olvida el deadline.  Se imagina que no es su mano la que recorre su cuello y se posa en su pecho; su respiración se vuelve profunda, sube los hombros, no quiere distraerse pero no deja de pensar en él, en imaginarse que son sus manos las que la tocan, las que recorren su cuello en trayecto a desnudarla.  Se ríe, se siente ridícula por pensar en ello.  Es sólo un chico, se repite, no es un hombre aún, pero la halaga y le excita la idea, la situación. "Yo me enamoraría de usted" le dijo el joven becario y ella se sonrojó, aunque el comentario le parecía ridículo y atrevido, se sintió adulada.   Se convencía que sólo era la abstinencia de los últimos meses y el exceso de trabajo lo que la llevaba a entusiasmarse con la idea de que un joven, muchos años menor que ella, intentara seducirla, como un reto adolescente.   

Las cosas fueron subiendo de tono, los mensajes de "admiración", las miradas, un pequeño roce de vez en vez, pretextos para reunirse a hablar, hasta que los mensajes de admiración se habían convertido en un coqueteo evidente.  Las intenciones del chico eran claras, quería seducirla ¿y después? pensaba nuevamente, Teresa, es sólo un chico con la vida por delante, viviendo la vida al límite y soñando con ser, y ella, recordando qué ser, descifrando los siguientes pasos y, en realidad, no quería nada formal y menos con un joven becario, no era ni correcto, era hilarante;  estaba acostumbrada a estar sola y trabajar 24/7.  Es la abstinencia, se repetía, los meses sin sexo están provocando que fantasees con él.

Deadline

Volvió a teclear algunas frases, transcripciones, datos mientras giraba su cabeza para descansar el cuello.  Debía concentrarse y terminar, la esperaba una serie documental que quería ver, llevaba meses tratando de terminar un libro y no lograba hacerlo, debía apurarse, había otras cosas por terminar.  Se levantó por un té, los sorbos tibios la tranquilizaron un poco, igualaron su temperatura.  Se sentó a continuar y terminar de una buena vez, pero recargó su cabeza sobre el respaldo y cerró los ojos, su respiración era profunda nuevamente, recorrió con sus dedos los brazos, su pecho y se dejó llevar por la fantasía: eran las manos de él las que la tocaban, las que le erizaban la piel y su respiración profunda se aceleró.

Deadline

Deadline

Pero se dejó llevar, era él quien desabotonaba su pantalón, sutilmente pero con urgencia, con urgencia de entrar en ella, de penetrarla.  Era él quien la tocaba delicadamente, ansioso, niñato inexperto pero resuelto a estar con ella.  Decidido a experimentar cada rincón y probar.  Su juventud la excitaba, la torpeza de sus palabras y su determinación.  Su pecho se inflamaba y la respiración acelerada delataba el destino de las manos de Teresa, quería sentir lo que le ardía por dentro, se imaginaba la suavidad de su piel, la fuerza de sus brazos apretándola y la firmeza de sus piernas moviéndose al vaivén del deseo.  Teresa sabía cuánto la deseaba, pero sólo en su fantasía aceptó cuánto lo deseaba ella a él.   Deseaba conocer el olor de su piel desnuda, la energía de sus manos y aprovecharse de las ganas de tenerla y estallar ese deseo que la encendía desde adentro y atravesaba su pecho, su sangre e interrumpía su voluntad.

Deadline

Deadline

Deadline

La línea de término se acercaba entre sus dedos, transpiraba su agitación y estalló en una imagen vívida de él mirándola a los ojos.  Se quedó recostada sobre el respaldo, no podía abrir los ojos, se reía del estímulo y el éxtasis.   Ni siquiera es un hombre aún, pensó divertida.  Sonrió y disfrutó del viaje que sus fantasías le regalaban.  

Deadline

La luz de la pantalla iluminó su rostro complacido.


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