Giovanny murió solo en su habitación.  No sé qué habrá pensado en su último segundo, si le dolió, si se fue tranquilo.  Sólo sé que ya no está y que su ausencia vino a recordarnos lo efímeros que somos. Removió millones de recuerdos llenos de sonidos, rostros, miradas jóvenes, sueños perdidos, movimientos, trucos de patineta y muchos amigos.

Pocos volvimos a verlo, pocos pudimos reencontrarnos con sus recuerdos...pensé, como siempre equivocada, que habría tiempo, que tal vez más adelante habría oportunidad para volver a verlo y decirle lo que se quedó pendiente, sobre todo, leerle lo que se quedó pendiente.  Pero su partida cientos de fotografías con su sonrisa llena de ternura, fotografías que nos recuerdan lo talentoso que fue... nos unió en un momento lleno de incertidumbre para devolvernos de tajo un montón nostalgia y en la melancolía encontrar la felicidad de los años ´90, de la inocencia de una Tijuana que ya no existe.  De un local abandonado, de patinetas que se rompían, de amigos nuevos que se hacían y sueños que se perseguían.

El Titito ya no estará más, jamás recobrará la memoria exacta de los últimos 20 años, ni tendrá una familia ni le ensañará a los hijos que no pudo tener a patinar.  En nosotros quedará su recuerdo, su forma de patinar, su destreza y su amistad.  Lo perdimos y con él perdimos la inocencia guardada de los que fuimos hace más de 20 años.  Titito se fue y en unos más nadie recordará al Río, al Mundo Divertido y todos los que fueron... pero en muchos quedarán las cicatrices del patín, la cicatrices del punk, las cicatrices de la adolescencia tijuanense en los ´90...las cicatrices de la fiesta.

Giovanny se fue y nos damos cuenta que sobrevivimos, sobrevivimos a nuestra historia y otros, no lo hicieron, no lo harán pero en todos hay pedacitos de lo que fuimos, porque nos construimos juntos, porque fuimos héroes y mártires de la misma historia, Tijuana Río sakate.

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