No había querido darse cuenta de que ya no era la misma.
Algo se le había roto adentro, años atrás, y no era la misma, ni en esencia ni en médula.
Había un dejo de amargura en sus pensamientos, pero sobre todo,
había decepción profunda que la llevo a perder la fe.

Se repetía a menudo que ella seguía siendo la misma, los mismos gustos, la misma ropa, los mismos amigos.
Pero era mentira, no escuchaba lo mismo, conservaba la nostalgia de sus discos, de la ropa que uso pero en la que ni siquiera entraba. No, no era la misma y una canción vino a decírselo. Una balada cursi que escuchaba mientras escribía en una libreta
a rayas los pendientes.
No, no era la misma, hacía años que no era la misma, y no había manera de recuperarla.
Sólo había que recomenzar aceptando que era distinta a la de ayer. Una más rota.

O al menos con algo roto adentro.

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