Hoy te vi a los ojos y me viste con esa mirada de recriminación con la que solías mirarme.
No te dije nada, pero adivinaba que me dirías que estoy soñando con algo que no me pertenece.
Que estoy volando entre nubes llenas de agua y truenos.
Pero no te dije nada.

Me callé y dejé que tu mirada me recriminara, que me dijera que me estoy emocionando con algo
que no es mío y que al final, me lo has dicho muchas veces, mi destino es recorrer esto sola.

Pero no te dije nada.
Porque no quería decirte nada. No quería decirte que no me importa que hayas dicho tantas veces antes que no me arriesgue,
que el camino amarillo yo no lo recorreré con el león y el hombre de hojalata, que al final no está Oz ni tengo zapatos rojos.
No te dije nada porque no quería explicarte que quiero arriesgarme y que sí, estoy emocionada.

Que el corazón me late y no me importa equivocarme.
Que prefiero llorar otra vez que admitir que tienes razón y tengo que estar sola.

Te vi a los ojos, soledad, y permití que tu mirada me recriminara mis intenciones.
¿pero qué hago si me embriaga su presencia en mi cabeza?

NO te dije nada porque no quería decirte lo que no animo ni a decirle a él.

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