Sus ojos eran los mismos.
Lo reconoció en cuanto su perfil fue girando para mostrarle el rostro nervioso de quien la esperaba.
Su sonrisa era la misma.
Delataba sus nervios pero sus ganas.
Ella no sentía nada, como un mal chiste, no sentía nada, ninguna parte de su cuerpo parecía tener sensibilidad. Lo vio, lo veía y no creía que realmente estuviera ahí, frente a él.
La voz era la misma, la piel era la misma.
Se sintió aliviada y protegida en seguida.

Descanso, durante los días durmió sintiendo que podía volver a dormir tranquila.
La anatomía era perfecta, en peso, en color, la piel sedosa. Los brazos que la rodeaban,
La mano que tomaba su mano.

No podía haber sido mejor, estar tan llenos de sí mismos.
La esperanza como el fénix resurgía.
Nuevamente, como años atrás, como los años siguientes, como los que nunca se vivieron.
Y supo entonces que existía la perfección llena de pequeños errores que la hacían más perfecta.
Su compañía, la mitad de lo que ella era, sentía, deseaba, anhela ser.
La otra parte, la perdida, la que se extraña. Y quiso quedarse para siempre, pero no podía, sin embargo lleno de nuevo su maleta con esperanzas, con los ojos perfectos, con las manos y brazos de abrazos que crean adicción y se marchó.
Sin prisas, sin urgencias, mas allá de la esperanza de quedarse un día, para siempre.

Start again.

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