Dicen que si gana Kerry será un problema de EEUU y si gana Bush es un problema del mundo. Lo creo.
Si gana ese wey seguro morimos por una guerra nuclear ahí pal´año que entra! y ni preocuparme por hacer una maestría o comprar casa.
Chale, ojalá no gane.

Ayer fui a una entrevista de trabajo, más bien a una de esas empresas que contratan otras empresas para reclutar a su personal. A la chica que me atendió le caí bien, pero no está segura porque dice que no tengo tanta experiencia en el puesto. Mmmmta, pienso yo, por un lado porque no tengo y en otros porque tengo mucha. Lo que sea saldrá.
La cosa es que me pedían hacer un pequeño resumen de mis planes a futuro en inglés. Y yo pensaba mientras escribía
-Write a novel and buy a new car...- que el maldito gobierno gringo nos iba a matar con su tercera guerra mundial, y luego nosotros tan cerquita de ellos. Tan lejos de dios y tan cerca de EEUU como dicen, que ya no sé si tenga su ventaja.
Aunque tal vez si la tenga, el 30 de diciembre tocará pixies en el Canes y quiero ir a verlos aprovechando pasar los jolideis, crismas etc. con la familia en la Tía Juana. Ojalá se me haga. Digo, ya me perdí muchas cosas buenas en el año como para morirme sin ver a Pixies.

Sí, entre más lo pienso más segura estoy de que de las pocas cosas que me hacen feliz, como viajar, está el ir a conciertos. Pero conciertos grandes, no tokdillas. No, conciertos grandes, donde la música suena fuerte y te pierdes entre los decibeles y las vibraciones de voz de los front man. No, la verdad es que las bandas instrumentales no me gustan mucho, excepto Tristeza, me gustan mucho las voces, las texturas, los tonos. Pero los conciertos son de esas cosas que me hacen olvidar la realidad, todo. Donde puedo engranarme hasta sentir que la banda sólo toca para mí. Donde puedo bailar, cantar, llorar, reír. Como extraño ir a conciertos grandes, perderme entre la gente comprar camisetas e impresionarme por lo bien que suenan en vivo.

Tal vez no nací para ser músico, pero sí para se espectadora, soñadora. No sabré que onda con los tiempos, pero sé de qué hablo, entiendo armonías, cambios precisos y letras exactas. Desde que recuerdo, desde la primera vez que fui a un concierto de rock, supe que seguiría yendo a muchos. Es una de las cosas de las que nunca me equivoqué.

Si he de morir, que sea en un concierto, si Bush y su gobierno y su ejército y su ambición nos van a matar, al menos que sea mientras estamos en un concierto.

A bailar. Mejor, a cantar. Mientras los gringos votan por nuestro futuro.
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