Tengo ganas de regalarte una flor, una carta.
Pero prefiero quedarme callada y así entender tu silencio.
Quisiera dibujar con colores mi sonrisa.
Colores mate como los de aquellas tardes.
Mas las crayolas no pintan la carne.
Y pinto en las paredes figuritas que me acerquen a los ayeres,
a los ayeres de atardeceres blancos y fríos.
Mojados.
Tengo ganas de que me regales una flor, una carta.
Que pintes con colores mi sonrisa sobre paredes que
decifran, que decifren mis ayeres.
Tan llenos de nada,
tan llenos de nosotros mismos.
Tan llenos de las manos vacías que nos acompañan
acompañaron
en tardes de caminatas frías
que se perdieron en los recuerdos de ayer.
* * * *

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